INAUGURACIÓN DE LA TERTULIA: LE BOHÈME
A raíz de conocer a Alfredo Vicente, hombre amante de las artes, en su caso cinematográficas, a Ricardo Vicente y Nacho Hidalgo; fue en el rodaje de nuestro primer corto cuando se nos ocurrió la idea de formar una asociación cultural con el fin de promover la cultura en sus diferentes vertientes. Desde esa premisa nace Le Bohème que, poco a poco y con mucho esfuerzo por nuestra parte, ha ido avanzando.
Un día, en la presentación de mi libro Canto a Lilith en el bar Primavera, verano… de Guadalajara, se nos ocurrió la idea de crear una tertulia literaria en dicho espacio. Este bar está decorado como si tuviera la solera de los antiguos cafés donde otras generaciones de poetas y literatos se reunían, y donde probablemente se fraguaron algunas de las grandes obras de nuestra literatura.
El proyecto fue muy bien acogido por Fabián, el dueño del bar, así que decidimos inaugurar la tertulia ofreciendo un homenaje a Miguel Hernández.
Teníamos nuestros temores ante la posibilidad de vernos solos, a pesar de la difusión que habíamos hecho de tal evento.
Llegamos al bar a las 19,00 h. cargados de esperanza, pero con un “pelín” de recelo. Al momento aparecieron Javier y Ali; Javier es un joven que está decidido a convertirse en poeta. Alfredo, Ricardo, y yo, nos miramos con una sonrisa llena de satisfacción. No habían pasado cinco minutos cuando se presentó Mirian, -una chica que conocí en la primera presentación de mi libro en la Sala Tragaluz-, con dos amigos. En ese momento sentí que el objetivo se había cumplido, en caso de que no fuéramos más.
Nos acomodamos en una de las mesas y según nos presentábamos comenzaron a llegar más interesados en sumarse a la tertulia; así, hasta que alcanzamos un foro de diecisiete personas.
Más tarde, Popular Televisión estuvo grabando parte de nuestra tertulia, metida ya en aquellos momentos, en el homenaje que le ofrecíamos a Miguel Hernández. Recitamos poemas, hablamos de su breve vida y de la evolución de su obra; de su trágica muerte y, sobretodo, resaltamos su categoría humana, ante el compromiso que adquirió con el trágico momento histórico que le tocó vivir.
Miguel combatió desde las trincheras, en las que a veces leía poemas a los soldados, y en otras ocasiones, cogía el megáfono y se ponía a recitar hacia todos los vientos para que su voz se extendiera y llegara a los soldados que tenían enfrente.
Concluimos la tertulia con Miguel Hernández recitando el Esposo Soldado.
Yo la cerré con los que, según algunos de sus biógrafos, fueron sus dos últimos versos:
¡Adiós hermanos, camaradas, amigos: /despedidme del sol y de los trigos.
Esperamos desde la asociación Le Bohème, que al contrario de lo que decía Charles Aznavaur en aquella maravillosa canción sobre la Bohemia de París, donde hablaba con nostalgia de la desaparición de ella; podamos nosotros, en Guadalajara, recuperar ese espíritu de libertad que necesita el artista.
Amelia Peco
No hay comentarios:
Publicar un comentario