A partir de hoy comenzaré a publicar una nueva sección que pretende llegar a los mil y un artículos.
Espero que los disfruten y me hagan sus comentarios siempre y cuando lo estimen oportuno.
LOS MIL Y UN
ARTÍCULOS DE OPINIÓN
HE LLEGADO A SABER…
Así comienza Sherezade sus relatos en ese
libro mágico y maravilloso de LAS MIL Y UNA NOCHES.
Yo lo haré en forma de artículos, por aquello
de que me gusta contar historias.
PRIMERA NOCHE
He llegado a saber…
Que hay ciertos
comportamientos humanos que, te llevan a pensar que, por muchas experiencias que
hayamos tenido, no acabamos de comprender lo importante que es caminar con una serie
de valores, para poder vivir dentro de un equilibrio y una estabilidad que hagan
de nuestra existencia un lugar más confortable.
Ante esa
falta de aprendizaje autónomo, nos vamos dejando llevar, por ejemplo, por el
orgullo, la envidia, la falta de empatía y de respeto, no solo hacia los demás,
sino hacia nosotros mismos.
Es verdad
que tanto lo bueno como lo malo forman parte de nuestra propia piel y que, en
ocasiones, por más que tratemos de cambiar dichos defectos y de corregirlos
para que no nos agrien la vida, parece ser que no acabamos de conseguirlo.
Así, vecinos,
amigos, padres, hermanos…, en definitiva, todas aquellas personas que van
conformando nuestro mundo, tanto a nivel social como privado, más tarde o más
temprano, llega un día en el que nos decepcionan, y ante ello, nos sentimos
dolidos y defraudados, porque automáticamente pensamos: pero, por qué me ha
ocurrido esto a mí si yo no merezco ningún tipo de menosprecio.
En ocasiones
encontramos desaire donde esperamos una sonrisa, indiferencia allí donde
esperas que se te tenga en cuenta, falta de respeto donde creías que debías ser
respetado…, en fin, toda una serie de despropósitos hacia nuestra persona que
creemos totalmente inmerecidos, ya que a pesar de que seamos de una forma u
otra, hay algo intrínseco en el ser humano, y es el deseo de ser amados y
respetados.
El fondo de
la cuestión quizá sea que nos pasamos gran parte de nuestra vida esperando afectos
y comportamientos, por parte de los demás, que nunca llegan, cuando estamos
convencidos de que nos lo merecemos.
En mi
humilde opinión, creo que esto ocurre porque esperamos demasiado y basamos la convivencia,
en una serie de intereses; y por tanto, han de darnos aquello creemos merecer. Lo
que ocurre es que no somos realmente conscientes de que los demás merecen la misma
consideración y respeto.
La
comprensión y la empatía juegan un papel básico, ya que por muy descabelladas o
pintorescas que nos parezcan las ideas de los demás, tienen tanto valor como
las nuestras; siempre y cuando, por supuesto, no pisoteemos los derechos
fundamentales de cada ser humano, dentro del marco de la convivencia y del
respeto.
Olvidamos
con facilidad que somos seres individuales y que obramos según nuestro mapa
mental, el cual conforma la manera que tenemos de estar en el mundo y de
relacionarnos con nuestros semejantes. Quizá toda esta complejidad humana en la
que nos movemos, forme parte de un sencillo método: el aprendizaje.
La vida me ha
ido enseñando algunas cosas. Una de ellas es que si estás dispuesto a aprender
y a modificar conductas negativas sobre tu propio comportamiento, el mundo de nuestro
entorno cambia y, si pensamos bien, es lógico que así ocurra, porque cuando cambiamos
la forma de ver y de sentir, desarrollamos de forma positiva la capacidad para razonar
y reflexionar, por tanto seremos más flexibles a la hora de ponernos en la piel
del otro. Esto que estoy diciendo no es ninguna utopía. Cuántas veces hemos
escuchado aquello de “QUERER ES PODER”, esta máxima se ha convertido en un
lugar común casi manido, ¿verdad? Pero detengámonos en ella por unos segundos. Es
posible que de tanto utilizarla hayamos obviado el valor que encierra en sí
misma. Y, por tanto, nos hemos ido convirtiendo en pajarillos que se acostumbran
a los espantapájaros, vemos, oímos y sabemos, pero no actuamos en consecuencia,
aunque tengamos en juego la felicidad de nuestra propia vida.
Pero, ¡cuidado!,
no estoy hablando de dejar de ser quienes somos ni de renunciar a nuestra
propia personalidad, hablo, lo repito: de comprensión, de empatía, de respeto.
Si
pretendemos hacer de los demás lo que no son, estamos entrando en un absurdo
que nos resta energía y nos conduce, sin remedio, a la frustración. En vez de
resolver los problemas, los agudizamos.
Es verdad
que no podemos dar lo que no llevamos dentro, que nuestra condición es la que
es y que, al igual que nosotros no podemos dar lo que no somos, los demás
tampoco pueden hacerlo; por tanto, y vuelvo a repetirme, es una pérdida de
energía estar esperando lo que no puede llegar y viceversa.
Una solución
sería comenzar nosotros… y a ver qué ocurre. El que no experimenta, no sabe, y
por una vida en paz merece la pena arriesgarse.
Corregirnos
a nosotros mismos es duro, -siempre es más fácil corregir a los demás, eso lo
sabemos. Entrar en las propias tripas y sentarnos pacientemente para
analizarnos y saber qué es lo que estamos dispuestos a hacer para que las cosas
funcionen mejor, no es sencillo. Hay que tener una gran dosis de paciencia con
uno mismo, y puede ser muy difícil, pero no imposible.
No olvidemos
aquella máxima que decía: Rectificar es de sabios.
Les
comentaré que acabo de leer un libro que me ha abierto las puertas a una serie
de perspectivas muy interesantes en cuanto a esos cambios de los que hablamos.
Es un libro muy sencillo que se titula: -“El arte de no amargarse la vida”
escrito por Rafael Santandreu, psicólogo
cognitivo. Lo cognitivo, es lo referente al conocimiento, si no conocemos no
sabemos, si no sabemos no resolvemos, si no resolvemos nos atascamos…, en fin, comienzan
a surgir toda una serie de despropósitos que se van encadenando.
En este
libro, capaz de darte una bofetada en cada página, -en el buen sentido de la
palabra bofetada-, una de las cosas que más me ha llamado la atención por su
sencillez y sabiduría es una entrevista que le hicieron a María Luisa Merlo
donde le preguntaron qué cuantos amigos tenía; ella respondió con rapidez que
muchos, y claro, ante ese alarde de repuesta, el entrevistador se quedó un
tanto perplejo, ya que todos tenemos muy claro que amigos, de verdad, tenemos
pocos; otra cosa son conocidos y compañeros de copas o de verbenas; de esos,
solemos tener bastantes más; y quede claro que considero que todo este enramado
social es muy importante para nuestra vida en sociedad y debemos valorar dichas
relaciones, en la medida de lo que valen.
Pero volvamos
a lo que quiero resaltar en cuanto a la respuesta de María Luisa Merlo. Ella
respondió que era muy sencillo, porque lo que hacía era pedir a cada amigo
aquello que sabía que podía darle, ni más ni menos, ¿qué les parece?
Dicha
filosofía de vida te lleva a la filosofía de Espinozza cuando decía que la
condición del tigre es la de ser tigre. Esto viene a ser lo mismo que lo que escuchaba
decir a mis abuelos de una forma muy natural: “No se pueden pedir peras al
olmo”. Escuchamos el cacareo sin entender el mensaje. En definitiva, somos
quienes somos, aunque, por supuesto, podamos modificar ciertos comportamientos negativos,
dada la flexibilidad que tiene el cerebro para hacer cambios.
Propongo no
desistir en el empeño en cuanto a modificar lo que nos dañe, de una forma u
otra, y pensemos que seremos capaces de conseguir lo que nos propongamos. No tirar
la toalla hasta poner toda la carne en el asador.
Ahora bien,
también es bueno que sepamos hasta donde podemos llegar en nuestra entrega y
nuestra paciencia.
¡Ya saben!,
el olmo no da peras, ni el tigre dejará de ser tigre.
Insisto, si hacemos
nuestra la filosofía del aceptarnos tal como somos, no nos llenaremos la vida
de decepciones que, como contrapunto, nos conducen a sentirnos frustrados, como
decía anteriormente, y ahí es donde no debemos caer de ninguna manera. La
frustración supone negarnos a nosotros mismos y eso no debemos permitirlo.
Y así, vamos
andando el camino y encontrándonos con seres humanos amargados porque la
respuesta que esperaban de los demás no era la que ellos esperaban. La
decepción se adueña de la vida, si se lo permitimos. Si no somos capaces de
aceptarnos tal cual somos y respetar las diferencias que tenemos, todo se puede
volver conflicto, y en tal caso siempre será mejor coger otro camino aunque dar
ese paso nos cueste un esfuerzo importante.
La vida está
llena de posibilidades por descubrir.
Para
terminar, les diré que creo que las discrepancias son buenas, porque son las
que van creando ese engranaje perfecto en las relaciones humanas. Nuestras
divergencias, bien administradas, son las únicas que harán de nuestro mundo un
lugar más habitable.
CUANDO LLEGO LA MAÑANA SE RETIRARON A
DESCANSAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario